cartas desde la bella ciudad en la que ahora habito

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Hola querida,

Estos días que llevo en Bruselas, desde que me mudé en mayo, si algo tienen de bueno es que tengo tiempo para escribir a la gente que recuerdo con tanto cariño.

Tú eres una de esas personitas a las que, al irme de Madrid, más recuerdo. Porque desde aquí también he recuperado el tiempo para hacer balance de todos estos años en los que tanto hemos compartido. Ahora lo valoro mucho más y me digo: «Qué pena que los días se nos hayan esfumado entre reuniones, trabajo, acciones, redes y… tan poco intercambio de miradas, que son las que al final nos dicen cómo estamos nosotras mismas, y cómo está la persona a la que tenemos enfrente.»

En fin, aún así, sigo recordando la bienvenida que me diste a Madrid por aquel mayo de 2010, hace ahora cuatro años, porque fuiste una de las primeras personas que conocí allí, y que me abrieron puertas, muchas…

Me he venido aquí a probar a vivir de verdad en una ciudad extranjera. Puede que vuelva, pero este año pensé que era el momento de hacerlo, ahora que me quedé sin ninguna atadura laboral, ni emocional. Voy a tratar de tomar la distancia necesaria para ampliar la mirada, siempre viene bien para seguir creando desde la sensación de libertad tan necesaria para mí.

Un beso fuerte, amiga, y nos seguimos contando, cuando quieras. Aquí tienes un rinconcito, siempre. En mí y en esta bella ciudad en la que ahora habito.

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